18 nov 2010

Miradas: Violencia, las y los jóvenes en México.

Esta es la primera de una serie de entrevistas que Juventudes y Derechos Humanos hemos realizado para tratar de entender, desde diversas visiones, la condición actual de las y los jóvenes en México.

Nuestra primer entrega es una entrevista a José Antonio Pérez Islas (JAPI), sociólogo, especialista en temas de juventud y actualmente investigador del Seminario de Educación Superior y coordinador del Seminario de Investigación en Juventud (SIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

*Juventudes y Derechos Humanos.


* ¿Cuál ha sido la política que ha generado el gobierno federal actual para los Jóvenes en México?

JAPI: Diría que hay dos tipos de política. La explicita que se podría sintetizar en: “trabajemos con los muchachos, hagamos eventos culturales para ellos, promovamos el deporte, realicemos alguna feria del empleo, etc.”. Son políticas explicitas, tradicionales, vinculadas fundamentalmente a la política social en turno, por cierto, muy pocas vinculadas a las políticas económicas; en México, este tipo de políticas son cada vez las menos, pues se ha perdido o difuminado prácticamente en acciones sin continuidad, sin impacto y sin articulación. En paralelo, están las otras políticas, las implícitas, que sí están funcionando; son aquellas que sin ser explícitamente para jóvenes, los toca directamente, empezando con el asunto de la seguridad, la política de seguridad pública está pensada implícitamente para jóvenes.

El tema policiaco no está pensado, más que muy puntualmente, hacia los orígenes de la violencia, del robo, del tráfico de sustancias, de armas o de personas. Las políticas de seguridad está pensadas para los que operan, para la carne de cañón que es el eslabón más débil, aquellos que son fácilmente detenidos y fácilmente castigados; muy pocas veces se piensan para las cabezas que son los que deciden; y en ese sentido uno puede ver que todas las estrategias tienen que ver fundamentalmente con castigar a los que tienen menos oportunidades de hacer algo distinto.

* ¿O sea, efectivamente, hay una criminalización de los jóvenes que son pobres o de lugares marginados?

JAPI: Hay una criminalización de los jóvenes, pero no sé si en realidad se centra en los más pobres en la actualidad, pues me parece que este tipo de acciones se están generalizando a toda una generación de jóvenes. Por ejemplo, respecto a las políticas implícitas, podemos ver que hay reformas a la seguridad social que van a pegar directamente a todos los jóvenes actuales, pero al momento querer jubilarse; igual las transformaciones laborales, que sin una reforma explícita en México, se aplican religiosamente todas las vertientes propuestas por una política neoliberal, produciendo sobre todo en jóvenes empleos cada vez más precarios que impiden construir trayectorias laborales con futuro. De ahí que nos deberían preocupar estas nuevas generaciones, pues cuando tengan 60 años, ¿de qué van a vivir, si no hay seguro social, si no hay jubilación, si no hay vivienda? Esa es la política implícita que está extendiéndose a esta nueva generación. Por eso, cada vez afirmo que estamos perdiendo a la primera generación del siglo XXI. Esta generación que nació o empezó a ser joven en el año 2000 y que ahora tiene 20 ó 30 años, es una generación que en lo inmediato no tiene futuro porque no tiene presente, es la generación del bono demográfico que vive en el marco de una política implícita, cuyos productos son una pésima calidad en la educación; empleos insuficientes y malos; viviendas inaccesibles y en zonas cada vez más deprimidas y con una mala calidad en los servicios públicos en general. A esto lo llamo la ruptura del proceso de emancipación, es decir, la forma en que estos jóvenes se deberían transformar en adultos está rota y producirá consecuencias impredecibles en nuestra sociedad. Esta “no construcción de una política” a mediano y largo plazos me parece que va dirigida a esta generación de jóvenes y ahí yo incluiría, hasta a aquellos que antes no les tocaba, por ejemplo, la clase media, los universitarios, etcétera. Cierto hay una criminalización, pero quizá lo más importante, hay un abandono de las generaciones jóvenes.


* ¿Existe el juvenicidio en México?, y de ser así ¿qué implica y cuáles son sus repercusiones?

JAPI: Hay una parte de juvenicidio, debido a la política punitiva que está funcionando, pero creo que la propuesta de otro colega, Rogelio Araujo, explica mejor la situación actual, él dice que esta es una sociedad filicida, es decir, una sociedad que está matando a sus hijos. En el sentido no solamente de lo físico, que significaría quizás el juvenicidio, que es la muerte por condición joven, sino además, por este sentido común que ha permeado respecto a que “el mundo está como está, debido a estos jóvenes que no quieren trabajar, que no piensan, que no hacen”, que son vistos como delincuentes o como “daños colaterales” no solo de las balas sino de las políticas económicas, de salud, del medio ambiente... Entonces “la culpa la tienen los jóvenes”, así como en algún momento decían “el rock tiene la culpa”, ahora son “los jóvenes quienes tienen la culpa” cuando más bien, los jóvenes son producto de la sociedad que hemos construido.

En esta sociedad “filicida” además, no solamente se están tocando al tema juvenil, sino al tema infantil. Uno ve los temas de suicidio infantil, están cada vez más en descenso de edad, ciertos fenómenos que no tocaban a los niños en todos los sentidos: el consumismo, el abandono, la individualización extrema de actitudes de los niños, me parece que es parte de este proceso.

* ¿Cuál es el impacto de estos acontecimientos violentos en la sociedad?

JAPI: Creo que nos están vacunando, cada vez nos sorprendemos menos, así nos acostumbramos a ver las noticias de hoy con 35 muertos y mañana con 60 muertos, se vuelve un conteo, un promedio: “hoy fue menos”, o “ayer nos fue un poquito menos peor”. Es un asunto preocupante porque se naturaliza el hecho de que sucedan estas cosas y “mientras no me toque...” que se las arreglen como puedan.

Siempre he dicho que “si en las guerras enviaran primero a los viejos ya no habría guerras”, pero en las guerras siempre mandamos a los jóvenes y de los dos bandos. Por ejemplo, los jóvenes soldados en la actualidad viven con temor y hay una gran deserción, totalmente oculta por el ejército. Antes para algunos sectores sobre todo rurales, incorporarse las fuerzas armadas representaba hasta un sistema de ascenso social, pues significaba mejorar sus condiciones, tener un sueldo, una casa, estudiar y ahora ya eso es lo de menos; pero adicionalmente vamos a observar por primera vez a “veteranos de guerra”, con los daños físicos y psicológicos que ya se saben.

En estas condiciones de violencia e inseguridad la inmediatez se instala como la estrategia más inteligente de las nuevas generaciones, porque ¿para qué planear, para qué ahorrar, para qué construir?, si todo puede acabar a la vuelta de la esquina; ¿construir una trayectoria laboral a base de esfuerzo? ¿establecer relaciones duraderas (de amistad, de amor, de afecto) con qué fin si todos se rascan con sus propias uñas? En este contexto lo único con sentido es lo inmediato, hasta el Facebook, donde te puedes deprimir si no te postean de inmediato a lo que escribes... “Lo inmediato es lo fundamental”, y me parece que este es un asunto de lógica en las nuevas generaciones, muy válida, ya que si no sabes cómo te va a ir después de los 30 años, pues vívelo ahora bien, ya te preocuparas cuando llegue ese momento... El problema será para la sociedad en su conjunto, porque no construye ciudadanos, proceso que empieza en la niñez y por lo tanto, se minan las identidades comunitarias.

* Idealmente ¿cuál debería ser la actuación de las instituciones ante estos acontecimientos?

JAPI: Estamos ante un fenómeno de desinstitucionalización, o sea, las instituciones que tenemos fueron creadas en contextos donde el cambio no era tan acelerado. Empezando por la escuela, que estaba pensada para otras cosas y no para un cambio tecnológico del conocimiento, que además, ahora no solo tiene que ver lo global, sino la transformación hacia lo local en donde tiene que haber una expertise en cómo aquello muy grande se traduce y se reinterpreta en cuestiones muy concretas a nivel de cada región, comunidad, pueblo. La escuela actual cuyo modelo es del siglo XIX, no sirve para eso, porque ya no prepara para la vida, sino la vida la rebasó. En la política es igual, ¿qué política formal le sirve ahora al ciudadano, sobre todo si es joven? Ninguna. Porque los partidos están pensando más en sus propios intereses, en sus propias negociaciones, defendiendo sus propios cotos de poder, y no previendo los efectos hacia la sociedad. Esas instituciones ya no funcionan para las nuevas generaciones, por lo tanto, tendríamos que estar pensando en cómo cambiamos esas instituciones, la política, la educativa, la laboral.

Para mí la única institución que sigue funcionando, pero no le doy mucho tiempo de vida, es la familia. Porque es una institución que está sirviendo de colchón, de amortiguador para los jóvenes, con respecto a lo poco que hacen las demás, y entonces en las familias recae mantenerlos (en los dos sentidos: mantenerlos en la casa y mantenerlos económicamente), pero como sus recursos son pocos y cada vez menos, también se van ir colapsando. Por ejemplo, este mito que dice, y que insisto en subrayar: “el narcotráfico entra en las familias fragmentadas o desechas”. No señores, el narcotráfico entra a todas las familias, estructuradas o no, donde su entorno se ha deteriorado, dado el abandono desde hace 20 años en que han estado debido a las políticas económicas restrictivas y ante la ausencia de políticas sociales, donde el Estado se ha retirado.

Estas instituciones las tendríamos que transformar, nosotros, los que somos miembros de una familia; los que somos parte de un sistema educativo, como alumnos , como profesores; los que somos ciudadanos de un sistema político, como militantes, como políticos, como eso como ciudadanos; esas instituciones por más que queramos repintarlas y ponerles vidrios nuevos, esas ya no son del siglo XXI.

* ¿En ese sentido cuál es o podría ser el aprendizaje a nivel social en este contexto?

JAPI: Algo debimos haber aprendido del modelo neoliberal, cuya ortodoxia decía “dejen al mercado actuar, el mercado va a controlar, no se preocupen de los desequilibrios”, pero llegó el 2008, y sistema neoliberal colapsó, y su peor enemigo con el que había luchado, el Estado, tuvo que llegar a rescatarlo. Esto nos debería enseñar que nadie se salva solo, el solitario no es solidario y lo primero que tenemos que hacer es aprender a estar juntos, diría Alain Touraine o como afirma Rossana Reguillo “debemos acuerparnos”, y ese es un tema prioritario ahora, el cómo generamos confianza con el otro, que aunque piense diferente, aunque se vista distinto, puede estar junto a mí, trabajando codo a codo. Entonces hablar, dialogar con el diferente y ponernos de acuerdo es un eje elemental para aprender a “trabajar juntos”, cuando menos para que esto no se caiga más de lo que está tirado. Ese es un tema que me parece fundamental de estrategia política que tenemos que concebir desde nuestras diferencias

* ¿Cuál podría ser el panorama futuro de las y los jóvenes en México de seguir en este contexto?

JAPI: La sociología ficción siempre será más ficción que sociología, pero insisto, estamos perdiendo a una generación y una generación que es la más numerosa, en el caso de México, nunca más vamos a tener tantos jóvenes como ahora, a partir de 2010 el número absoluto de jóvenes va a empezar a bajar, porque ya vienen las generación del descenso de la fecundidad. Entonces la desaprovechamos totalmente, tenemos jóvenes entre los 15 y 19 años que son la mayoría y son a quienes les está pegando la crisis. Esa generación no tendrá mucho horizonte y ese horizonte, ellos mismos lo dicen, “está solo al día siguiente”, “cómo pensar a 5 años, a un año, si no sé qué es lo que voy a hacer la semana que viene”..., creo que ese es el peligro mayor, tener una generación sin un proyecto social, sin un proyecto político, sin un proyecto de vida comunitaria; que solo los conduzca la ley de la selva, que ese es el gran peligro que tenemos ahora.

* ¿Cómo sobrevivir siendo joven en un gobierno ejerce el control violentamente?

JAPI: Siempre se generan dos tendencias, la primera en el sentido buscado, donde el control extremo va a producir gente subordinada que asuma su esta consición: “si señor, lo que usted diga está bien”, pero al mismo tiempo vas a tener todo lo contrario, gente, grupos, que busquen salirse de este campo acotado, por la vía que sea: legal, paralegal, de rebeldía. Ambas vertientes las vamos a ver, es decir, cuando a un hijo se le impone un control férreo puedes hacerlo muy obediente, aunque al final de cuentas llegará el momento ni “te pele”, que no te haga caso, que no quiera saber nada de ti y de lo que representas, entonces la búsqueda irá por otro lado. Creo que en lo social sucede algo parecido.

En realidad estamos generando procesos de total desafectación juvenil de las instituciones y de cualquier cosa que signifique control y me pregunto ¿y estos son los chavos que van a ser los adultos quizá con poder económico, con político, que van a gobernar las empresas, que va a administrar la justicia? Por eso decía, esto no es un asunto de pobres, es más visible el asunto de los pobres porque son más numerosos, pero más bien nos está tocando a todos, de formas diferentes pero todos estamos involucrados.

Yo supongo que habrá mentes lúcidas, igual decían de nosotros en los años setentas que íbamos a llevar a la destrucción al mundo, creo no lo hemos hecho muy bien, pero tampoco muy mal. Y en ese sentido supongo que habrá una generación que aprenda de estas cosas y diga “espérame tantito”. Porque es cierto, que uno busca lo que no tiene. Como dice Francois Dubet “uno se cansa de ser uno mismo” y que llega el momento que tanto se te exige construir, y además, siendo joven es mucho más complicado que tengas que construir cotidianamente tu biografía sin instituciones que te respalden, sino por la libre que puede generar una actitud de “ya estoy cansado y no quiero saber nada”, lo cual lleva al aislamiento, a la soledad, a la depresión. En épocas de abundancia lo que se genera es el tema de la neurosis y en épocas de crisis se genera la depresión. Entonces hay que acompañar mucho a esta generación. Creo que uno de los elementos fundamentales es la afectividad, la cercanía, sentirse juntitos, “acuerpados”. Incluso sin hacer nada, sin decirse nada, es necesario sentir que eres parte de un grupo que le da sentido a tu identidad, eso es fundamental y lo deberían estar haciendo las instancias adultas y lo que creo tenemos que trabajar junto con las nuevas generaciones.

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